jueves, 5 de agosto de 2010

Nadie sabía exactamente qué iba a pasar el 20 de julio de 1810, pero se podía percibir una atmósfera de que algo ocurriría. Fue un viernes, día de mercado y todo el pueblo caminaba por las calles de Santa Fe.

Después de la abdicación del monarca español Fernando VII tras la invasión francesa a España en 1808, llevada a cabo por parte de Napoleón Bonaparte, en España se organizaron juntas de gobierno a nivel local para resistir al invasor y, a la vez, gobernar en ausencia del rey depuesto. Estas juntas pronto uniéndose organizaron un gobierno "alterno" al gobierno de ocupación impuesto por Napoleón.

Este gobierno alterno tenía representantes de todas las provincias de toda España y también de sus colonias. Sin embargo, la representación de las colonias era inferior a la de los reinos españoles. En el caso de las colonias americanas había sólo 9 representantes en contraste con los 36 de la península. Esto hizo que en América se buscara o una mayor representación o una mayor autonomía, e incluso Independencia de la metrópoli.

Ya en 1809 se habían producido los primeros gritos de libertad en la América española, en lo que hoy es Ecuador y Bolivia. En la Nueva Granada se habían gestado de manera similar, y ciudades como Cartagena y Mompos habían conformado juntas independentistas que buscaban mayor autonomía e incluso una independencia absoluta de España

En la provincia de Santa fe se había creado una junta de notables integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos. Los principales personeros de la oligarquía criolla que conformaban la junta eran: José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales, entre otros.

Estos comenzaron a realizar reuniones sucesivas en las casas de los integrantes y luego en el observatorio astronómico, cuyo director era Francisco José de Caldas. En estas reuniones empezaron a pensar en la táctica política que consistía en provocar una limitada y transitoria perturbación del orden público y así aprovechar para tomar el poder.

La junta de notables propuso entonces crear un incidente con los españoles, a fin de crear una situación conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santafé contra la audiencia española. Lo importante era conseguir que el Virrey, presionado por la perturbación del orden, constituyera ese mismo día la Junta Suprema de Gobierno integrada por los regidores del Cabildo de Santafé.

Don Antonio Morales manifestó que el incidente podía provocarse con el comerciante peninsular don José González Llorente y se ofreció "gustoso" a intervenir en el altercado. Los notables criollos aceptaron la propuesta y decidieron ejecutar el proyecto el viernes, 20 de julio, fecha en que la Plaza Mayor estaría colmada de gente de todas las clases sociales, por ser el día habitual de mercado.

Se convino que un grupo de criollos (encabezados por Pantaleón Santamaría y los hermanos Morales) fueran el día indicado a la tienda de Llorente a pedirle prestado un florero o cualquier clase de adorno que les sirviera para decorar la mesa de un anunciado banquete en honor a otro criollo destacado, Antonio Villavicencio. En el caso de una negativa, los hermanos Morales procederían a agredir al español.

A fin de garantizar el éxito del plan, si Llorente entregaba el florero o se negaba de manera cortés, se acordó que don Francisco José de Caldas pasara a la misma hora por frente del almacén de Llorente y le saludara, lo cuál daría oportunidad a Morales para reprenderlo por dirigir la palabra a un "chapetón" enemigo de los americanos y dar así comienzo al incidente.
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Y llegó el 20 de julio

"Según cuentan algunos testigos, los criollos fueron al almacén de Llorente a pedirle prestada una pieza. Algunos dicen que fue un ramillete, otros un farol y otros un florero, con el fin de adornar la mesa de Antonio Villavicencio. Llorente se resiste porque dice que la pieza está maltratada y en mal estado. Se arma el tumulto y se convoca a un cabildo abierto poniéndose en sintonía con lo que ocurre en las otras provincias de la Nueva Granada y lo que ocurre en las otras colonias españolas", cuenta Daniel Castro, director del Museo de la Independencia, lugar donde ocurrieron los hechos del 20 de julio y donde aún reposa una parte de la pieza que los criollos fueron a pedir prestada.

Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentaron los criollos ante Llorente y después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, se le pidió prestado la pieza para adornar la mesa. Llorente se negó, pero su negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar diciendo que la había prestado varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su valor.

Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había respondido con palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que Llorente negó categóricamente.

Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! La ira se tomó el sentir del pueblo.

Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y violento despertar de un pueblo al que se habían acostumbrado a menospreciar.

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